sábado, 5 de julio de 2008

¡Pelea!

Bueno, casi una pelea.



Este fin de semana fui con unas amigas, entre las cuales se encontraba Fernanda, a una kermesse. Una kermesse es, por si acaso, un evento que organizan una vez al año los colegios para recaudar fondos para el viaje de promoción o la fiesta, donde hay tómbolas, juegos mecánicos, juegos inflables para niños, concursos, comida.



Esta vez fue la de un colegio muy prestigioso, solo de mujeres. Iba a haber un concierto de un conocido cantante, y habiamos estado esperando la hora con ansias. Casi habíamos acampado en medio del pasto, al frente del escenario, mismo Woodstock, pero me fui con otra amiga a comprar una Coca-Cola Light. Para ella, por supuesto, porque como hija de doctor se exactamente lo perjudiciales que son la sacarosa y los endulcorantes para la salud.



En fin, cuando volvimos al escenario, el concierto ya casi había comenzado y tuvimos que abrirnos el paso a través de una muchedumbre extremadamente quejosa. Tuvimos que empujar un poco a las personas, pero todo nuestro grupo ya estaba adelante, donde las habíamos dejado. Las chicas detrás de nosotros, que nos tomaron por "colonas", empezaron a rajar con roche de nosotras. De nuestra ropa, nuestro pelo, nuestro olor, y en voz altísima. Eran unas anoréxicas arrogantes, creídas y ridículas. Empujaban, gritaban, hablaban mal de nosotras, se burlaban, se reían...Unas verdaderas P-E-R-R-A-S. Una especie que nunca había conocido antes. Sobre todo una en especial, la líder. Y yo que pensaba que esas personas solo existían en "Chicas Pesadas".



Me voltié y les dije que dejaran de molestar, que se consiguieran una VIDA. Bueno, no funcionó. Se picaron aún más. Me dijeron que me consiguiera un nuevo estilista. Estaba demasiado molesta, pero concentrada esperando a que comenzara el concierto. Además no teniamos nadie quien nos defendiera. Nuestras amigas seguían estando más adelante. De repente, mientras las estúpidas se reían, sentí algo sobre mi cabeza. Lo toqué y era un chicle. ¡Me habían pegado un chicle en la cabeza! No me iba a quedar así. Yo ya estaba planenado mi venganza. Comenzó el concierto. Todo el mundo gritaba. Nos olvidamos de asunto. Al menos esas chicas. Cuando terminó y todo el mundo se empezaba a ir, Se volvieron hacia nosotras y empezaron a decir tonterías y a burlarse del chicle que aún no conseguía sacarme. Soy, la mayoría de veces, muy paciente. Fernanda no.



Con su metro setenta y cinco, se alzó de puntitas, empezó a agitar su Coca-Cola y la abrió, dejando caer su contenido espumeante sobre todas esas huecas insoportable. Nos reímos como locas y salimos disparadas, dejando atrás a una multitud de exclamaciones y carcajadas de espectadores.

Lo mejor es que sé que hicimos lo correcto. Sabíamos que se lo merecían, porque nosotras no les hicimos nada. La mayor parte de sus insultos, la escuchamos sin protestar, pero había alcanzado un punto de frescura tremenda, por no decir otra cosa.

Y sobre el episodio de Christine, todavía sigue apestando nuestro sitio.

1 comentario:

María Chanamé dijo...

Ay! Christine "cuando no",
Chris (L
-Chachi